Todo lo ecológico se ha puesto de moda. Eso dicen algunos. O no. Puede que no sea más que una reacción natural para confrontar la tendencia de químicos y de consumo masivo que llevamos viviendo desde que comenzase este siglo. O simplemente, una continuidad a lo tradicional. En España, los estudios apuntan a que consumimos una media de 50 kilos anuales de carne, siendo el pollo el animal que más se come, entre otros asuntos por su precio.

Dice un informe de Greenpeace que España se encuentra "en el segundo puesto europeo (sólo detrás de Luxemburgo) y décimo cuarto mundial en cuanto al consumo de carne por persona al año". Y, mientras no hace tantos años, gran parte de las familias españolas vivían del autoconsumo, como ya nos recordó Piensos Lago en un reportaje, ahora la gran mayor parte de los alimentos que comemos son comprados. Y la industria de la carne no da a basto. Ahí aparecen esas terribles imágenes que llevamos hace unos años viendo sobre animales hacinados en naves industriales y siendo inflados con comida hormonada para hacerlos crecer rápido y que puedan llegar al supermercado cuanto antes. Y todo eso, dicen las organizaciones internacionales expertas en salud, afecta a nuestro organismo.

Frente a esta idea, muchos son los ciudadanos que han apostado por alimentar a sus animales con productos ecológicos o naturales. A través de lo que consumimos, podemos tomar muchas decisiones en este mundo en el que vivimos. A veces, los piensos ecológicos, se toman como una forma de vida que simplemente continúa con nuestras tradiciones. Con aquellos años en los que los ciudadanos comían lo que producían. En otras ocasiones muchas son las personas que han decidido tener un mayor control sobre su alimentación, como un acto reivindicativa a la industria alimenticia actual.

Piensos Lago nació en el año 1962, en El Entrego, un pueblo de la Cuenca Minera asturiana, en el que la gente no pasaba hambre, "la gente tenía para comer pero por una razón muy básica: todo el mundo tenía en sus casas pollos, gallinas, vacas, ovejas y gran parte de la población se dedicaba a la agricultura. Eso hizo que nuestros clientes, desde los inicios de la empresa, valoraron mucho la calidad de nuestros productos", explica Hugo Lago. En cuanto al pollo, "siempre nuestros clientes nos pidieron productos naturales para alimentarlos, teniendo en cuenta que ellos iban a consumir esa carne". A partir de esa idea, Piensos Lago produce su propio pienso (una redundancia, teniendo en cuenta el nombre de la empresa) que sea "lo más natural posible, ofreciendo también piensos ecológicos certificados, como una parte de la clientela demanda". La marca de elaboración propia de piensos naturales tiene como nombre La Molinera. 

¿Qué diferencia a un pollo alimentado en casa con uno comprado en el supermercado?

La gran diferencia es el tipo de carne. Más sana y más sabrosa. Y con un aspecto diferente. Lo explica Hugo Lago, que recuerda que "en las casas asturianas, el pollo tiene la carne más oscura, tanto si es un animal ?rojo? o como si es de raza asturiana". "En Asturias están en entornos abiertos, en pumaradas como les llamamos aquí, o gallineros con espacio, lo que hace que también accedan a alimentarse de verduras, lombrices, hierba natural, lo que hace que el pitu (así denominan los asturianos al pollo) tenga ese color tan característico"

El pollo que compramos en el supermercado, además de ser de una raza que da la carne más blanquecina, son alimentados por piensos compuestos, que lo que hacen es que el animal coja peso en muy poco tiempo.

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Así, recuerda Hugo Lago que "tenemos que un pollo casero tarda entre 8 meses y un año en criar. En una granja industrial, en unos tres o cuatro meses, comiendo piensos más artificiales y con menor movilidad, ya están listos para su consumo. Y es que, los animales criados de forma casera, crecen en entornos más amigables para ellos, donde están en movimiento y además con alimentación sana: hay que procurar que, además del pienso, coman cereales, hierba, verduras que sobran del huerto (crudas, no cocinadas), incluso piedras pequeñas (les aporta calcio)".

De este modo, los pollos de corral, que tienen mejor calidad de vida que los criados en granjas industriales, también tienen menos grasa, al ser animales más ejercitados por estar en constante movimiento (dicen informes que los pollos industriales crecen hacinados en naves (con una media de entre 10 y 15 animales por m2), mientras los pollos de corral crecen en semi-libertad (pueden salir al campo y hay una media de 2 animales por m2) o incluso ni siquiera tienen como límite ese corral porque están por todo el jardín en algunos casos, y salen más caros en el precio final, porque requieren de más gasto y tienen el doble o más de tiempo de vida que los otros.